La historia de amor de Franz Ferdinand

Franz Ferdinand

Muchos solo conocen a Franz Ferdinand como el heredero del imperio austro-húngaro cuyo asesinato a manos de activistas serbios desató la I GM. Más aún todos los libros de historia lo pintan como un hombre frío, casi glacial, excesivamente serio y sin sentido del humor. Pero lo que pocos saben es que fue un hombre profundamente enamorado de su esposa y un cariñoso padre para sus tres hijos. Su esposa, Sophie, murió también en el atentado ocurrido en Sarajevo. En lo que sigue les contaré conmovedores detalles de su vida que muy pocos conocen.

Emperador Franz-Joseph

Hacia fines del siglo XIX, el archiduque austríaco Franz-Ferdinand, sobrino del emperador Franz-Joseph, había llegado a ser el heredero del Imperio Austro-húngaro. Su ascensión a esa posición se debía a las muertes de su primo Rodolfo -el heredero natural al trono- en un bizarro suicidio al que precedió un asesinato; y, luego la muerte de su padre, Karl-Ludwig, de tifoidea.

Para nadie era un secreto que el emperador Franz-Joseph, cuya esposa la emperatriz Isabel de Baviera sería conocida como Sissy, no se llevaba bien con el nuevo heredero. Nadie ha podido explicar las razones de este hecho. Podría ser que Franz-Joseph resintiera el hecho que Franz-Ferdinand estuviera suplantando el lugar de su hijo, el heredero natural al trono, o que el carácter frío y distante del sobrino, no invitase a una relación cálida y cercana con su augusto tío.

Sophie Chotek

Aunque no es claro en qué circunstancias Franz-Ferdinand conoció a su esposa, lo cierto es que para 1895, la pareja estaba profundamente enamorada. Sophie Chotek, su futura esposa, había nacido en Stuttgart en el seno de una familia de la baja nobleza. En su juventud, Sophie fue nombrada dama de honor de la archiduquesa Isabella.

En 1894 Franz-Joseph, cuyo regimiento estaba estacionado en Praga, empezó a hacer frecuentes visitas al palacio donde Sophie servía como dama de honor. Aunque, se asumía que sus frecuentes visitas se debían a que estaba cortejando a la hija de la archiduquesa Isabella, el idilio con Sophie fue descubierto cuando Franz-Ferdinand dejó olvidado en el palacio una cigarrera en la que tenía la foto de ella. Se desató así un escándalo que dio lugar a chismes de todo tipo en la corte de Viena.

Enterado el Emperador, Franz-Ferdinand fue llamado a comparecer ante él. En la reunión Franz-Joseph le informó a su sobrino que, dado que Sophie no pertenecía a ninguna de las dinastías reinantes de Europa, ella no podría ser nombrada Emperatriz, ni los hijos del matrimonio podrían ser nombrados herederos al trono. La reunión terminó con Franz-Ferdinand negándose, rotundamente, a dejar a Sophie a pesar de la prohibición expresa del Emperador Franz-Joseph y los chismes siguieron cebándose en la pareja.

Hizo falta esperar 4 años y la presión de los miembros de la familia, en especial de la Archiduquesa María Theresa, la formidable hermana del Emperador y madrastra de Franz Ferdinand, para que se le concediera el permiso imperial para casarse. A Franz-Ferdinand se le permitió seguir siendo el heredero imperial; pero, para evitar que luego de llegar al trono proclamase a Sophie emperatriz o a sus hijos herederos al trono, este debía firmar una declaración comprometiéndose a no realizar ninguna de esas acciones en el futuro.

El 28 de junio de 1900, se le citó al palacio imperial de Hofburg, en donde en presencia de los archiduques, ministros, dignatarios de la corte, el cardenal de Viena y el primado de Budapest, Franz-Ferdinand suscribió un documento en el que se comprometía a nunca nombrar a su esposa emperatriz o a sus hijos herederos al trono imperial. Entre otras condiciones, el documento prohibía que Sophie compartiera el rango, título, precedencia y privilegios de su esposo.  Sophie no estaba permitida de aparecer en público con Franz-Ferdinand o sentarse en el carruaje real o siquiera sentarse con él en los palcos reales de ningún teatro en el imperio.

Familia de Franz Ferdinand

Sophie y Franz-Ferdinand se casaron en una ciudad de Bohemia el 1 de julio de 1900. A la ceremonia no asistió el Emperador ni los archiduques imperiales, incluyendo los hermanos del novio. Los únicos miembros de la corte imperial fueron la madrastra del novio, la archiduquesa María Theresa y sus dos hijas. La pareja tuvo 3 hijos: Sophie (1901-1990), Maximilian (1902-1962) y Ernst (1904-1954).

Luego de su matrimonio, a Sophie se le otorgó el título de princesa de Hohenberg. Sin embargo, prácticamente, toda la nobleza austriaca y húngara tenía precedencia sobre ella. Su posición en la corte era humillante, situación que se agravaba por el odio que el chambelán de la corte, Alfred, príncipe de Montenuovo, sentía por Franz-Ferdinand; lo que hacía, que este ordenara que se siguiera el protocolo imperial de manera literal a expensas, obviamente, de la posición de Sophie. El protocolo impidió que muchas cortes reales agasajasen a la pareja a pesar de la posición de Franz-Ferdinand como heredero al trono del imperio.

General Oskar Potiorek

En junio de 1914, Franz Ferdinand fue invitado por el general Oskar Potiorek, gobernador de la provincia austrohúngara de Bosnia-Herzegovina, a presenciar maniobras militares durante tres días en Sarajevo, la capital provincial. Por lo general, a Sophie no se le permitía acompañar a su marido en visitas ceremoniales, debido a su estatus inferior; pero, en esta ocasión, Franz Ferdinand fue invitado como comandante militar en lugar de como heredero al trono y, por lo tanto, Sophie no estaba atada a comportarse de acuerdo al protocolo firmado en 1900. Franz-Ferdinand hizo arreglos para que Sophie lo acompañase en el viaje.

A las 10:10 am del domingo 28 de junio de 1914, cuando la comitiva pasaba por la comisaría central de Sarajevo, Nedeljko Čabrinović arrojó una granada de mano al coche del archiduque. El conductor aceleró cuando vio el objeto volando hacia el auto y la granada explotó cuando pasaba el siguiente auto. Dos de los ocupantes resultaron gravemente heridos.

Visita a Sarajevo

Tras asistir a una recepción oficial, Franz-Ferdinand preguntó por los heridos por la bomba e insistió que lo llevaran a verlos. Un miembro del personal del archiduque sugirió que esto podría ser peligroso y que sería mejor que Sophie se quedara en el ayuntamiento. Sin embargo, esta se negó a quedarse, argumentando: “Donde vaya el archiduque lo acompañaré”.

Gavrilo Princip

Para evitar el centro de la ciudad, el general Potiorek decidió que el automóvil imperial debía tomar otra ruta que los llevase al hospital de Sarajevo. Sin embargo, olvidaron decirle al conductor sobre esta decisión. De camino al hospital, por el Puente Latino, el conductor giró a la derecha en vez de a la izquierda. Uno de los conspiradores, Gavrilo Princip, estaba parado en la esquina en ese momento. Potiorek inmediatamente se dio cuenta de que el conductor había tomado la ruta equivocada y gritó ” ¡Este es el camino equivocado!”.

El conductor puso el pie en el freno y comenzó a retroceder. Al hacerlo, pasó lentamente junto a Princip. El asesino dio un paso adelante, sacó su pistola y, a una distancia de uno metro y medio, disparó dos veces contra el automóvil.

Atentado en Sarajevo

Una bala atravesó el cuello de Franz-Ferdinand, mientras que la otra, atravesó el abdomen de Sophie. Mientras el coche daba marcha atrás, gotas de sangre salieron de la boca del archiduque hasta la mejilla derecha del Conde Harrach que estaba de pie en el estribo del coche. Harrach sacó un pañuelo para tratar de contener la hemorragia. Sophie, al ver esto, gritó: “¡Por el amor de Dios! ¿Qué te pasó?” y se hundió en su asiento, cayendo su rostro entre las rodillas de su esposo.

Guerrera de Franz Ferdinand

Harrach y Potoriek pensaron que se había desmayado. Solo Franz-Ferdinand parecía tener claro lo que estaba sucediendo. Franz-Ferdinand se volvió hacia su esposa a pesar de la bala en el cuello y suplicó “¡Sophie, querida! ¡No te mueras! ¡Sigue viva por nuestros hijos!” Habiendo dicho esto, empezó a deslizarse en el asiento.

El conde Harrach agarró a Franz-Ferdinand por el cuello del uniforme para sujetarlo. Preguntó “¿Su Alteza Imperial está sufriendo mucho? ” No es nada” dijo el Archiduque en voz baja, pero audible. Con la voz cada vez más débil, repitió la frase quizás seis o siete veces más. A pesar de los esfuerzos de varios médicos, Franz-Ferdinand murió poco después de ser llevado al edificio, mientras que su amada Sophie, murió por una hemorragia interna antes incluso que la comitiva llegara al ayuntamiento.

Los cuerpos fueron transportados a Trieste y luego a Viena en un tren especial para una misa fúnebre conjunta en el Palacio de Hofburg. El chambelán, Príncipe Montenuovo decidió convertir el funeral en un desaire masivo.

Velorio de Franz Ferdinand y Sophie

A pesar de que la mayoría de la realeza extranjera había planeado asistir a las exequias, fueron rechazados deliberadamente y al funeral asistió solo la familia imperial inmediata, con los tres hijos de la pareja, excluidos de las pocas ceremonias públicas realizadas. Al cuerpo de oficiales se le prohibió saludar al tren fúnebre, y esto provocó una revuelta menor dirigida por el archiduque Karl, el nuevo heredero al trono. Tampoco se permitió que el pueblo presentase sus respetos a la pareja asesinada. Aún más escandalosamente, Montenuovo intentó, sin éxito, que los niños pagaran la cuenta. Franz-Ferdinand y Sophie fueron enterrados juntos, tal como fue el deseo de este, en el castillo de Artstetten porque Sophie no podía ser enterrada en la Cripta Imperial.

Lápidas de Franz Ferdinando y Sophie

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